Programa
Obertura colonial
Armando Lavalle
Concierto para piano y orquesta
Samuel Zyman
Allegro molto
Adagio
Rondó
Pasodoble Tenexac
Eduardo Gamboa (arreglo y orquestación de Gonzalo Romeu)
Sinfonía No. 4, Romántica
Carlos Chávez
Allegro
Molto lento
Vivo non troppo mosso
Director artístico: Eduardo Diazmuñoz
Solista invitado: David Rodríguez de la Peña, piano
Programación sujeta a cambios
EDUARDO DIAZMUÑOZ,
DIRECTOR GENERAL Y ARTÍSTICO
Es reconocido como uno de los músicos más versátiles y completos de su generación, además de ser considerado como un “músico completo” que conjuga el entrenamiento de la “vieja escuela” de dirección orquestal, con amor, pasión, compromiso y proclividad a innovar, aunados a una infatigable curiosidad musical que le ha llevado a estrenar más de 150 obras.
Algunas de sus composiciones han sido estrenadas y grabadas en México, Europa y Estados Unidos. También ha compuesto para cine, teatro y televisión. Ha dirigido a más de 110 orquestas, ha grabado más de 35 discos para 24 sellos, fundamentalmente promoviendo música mexicana. Tiene en su haber asimismo, dos discos de oro y uno de platino por sus ventas discográficas con El Tri Sinfónico.
En México son de buen recuerdo sus residencias con la Filarmónica de la Ciudad de México (de la que es miembro fundador), la OFUNAM, la OSEM, la Sinfónica Carlos Chávez, la Orquesta de Baja California, L’Academie Tecquepegneuse, que co-fundó en 1978 y la Filarmónica Metropolitana que fundó en 1998, éstas dos para proyectos especiales.
Ha sido galardonado con el Premio Nacional de la Juventud 1975; los cuatro reconocimientos otorgados por la Unión Mexicana de Cronistas de Teatro y Música de México, (1978, 1987, 1997 y 2002); nominado al Grammy Latino en tres ocasiones, obtuvo la anhelada presea en su tercera nominación; el Premio al Músico Internacional del Año 2003 por su promoción a la música nueva, otorgado por el International Biographical Centre con sede en Cambridge, Inglaterra; recibió la Medalla Mozart 2019 de la Fundación Sebastian y la Embajada de Austria en México.
En 2015 celebró 40 años como director de orquesta actuando al frente de la Filarmónica de Boca del Río. Dirigió la celebración por los 100 años del Conservatorio de Sidney, con la impactante obra de su mentor, Leonard Bernstein, Mass (Misa) en la legendaria casa de ópera de Sidney al frente de más de 400 músicos, cantantes y bailarines. Asimismo, en junio de ese mismo año dirigió al frente de OFUNAM, el estreno mundial de su más reciente composición sinfónica (Los inesperados caminos del espíritu), la cual estrenó localmente al año siguiente con la Orquesta Sinfónica de Xalapa.
Su compromiso con la educación musical ha quedado de manifiesto en varios países: en el Conservatorio Nacional, en la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en el Programa Nacional de Orquestas y Coros Juveniles y en la Academia Musical Fermatta en México.
En Francia, en la Société Philarmonique de París. En Estados Unidos, en la Escuela de Artes del Nuevo Mundo en Miami y en la Universidad de Illinois, en donde destacó como Director Artístico y Musical tanto de Opera at Illinois con tres producciones anuales durante una década, habiendo producido en ese lapso 38 óperas, como también la re-estructuración del Ensamble de Música Nueva, logrando consolidarlo como el de mayor calidad dentro de la Universidad y de la escena musical contemporánea en el estado.
De agosto del 2013 a noviembre del 2018, fue presidente del área de Dirección, profesor de los programas de maestría y doctorado en Dirección Orquestal, así como director artístico-musical y director titular de la Orquesta Sinfónica del Conservatorium de Sidney, Australia, posiciones que ganó por oposición internacional. Su regreso a México se da a partir de enero de 2019 como director artístico de la OSUANL, en Monterrey.
Estudió piano, violoncello, percusión y dirección en el Conservatorio Nacional pero antes de ingresar a éste, se dedicó al aprendizaje autodidacta de varios instrumentos. Cinco años después de haberse graduado, en 1983, decidió dedicar su energía y tiempo para dirigir y componer. Actualmente, trabaja en el proyecto que dejó inconcluso el compositor mexicano Daniel Catán, con su inesperado y prematuro fallecimiento en 2011.
Por todo lo anterior, el maestro Diazmuñoz es sinónimo de calidad, de precisión, de certeza, de innovación, de compromiso, de pasión y de audacia, cualidades que refrenda en cada una de sus presentaciones desde hace más de cuatro décadas.
DAVID RODRÍGUEZ DE LA PEÑA
Doctorado en Música por la Universidad de Cincinnati en Estados Unidos, David Rodríguez De La Peña se formó inicialmente en el Conservatorio Nacional de Música de la ciudad de México, donde obtuvo sus estudios de piano bajo la supervisión de la maestra Rosa María Delsordo. Posteriormente, obtuvo su maestría y doctorado en interpretación pianística y composición en el Conservatorio de Música de la Universidad de Cincinnati, donde estudió piano con los maestros Eugene y Elizabeth Pridonoff, composición con Allen Sapp y orquestación con Samuel Adler.
Durante su estancia en Cincinnati, ejerció como catedrático en la misma universidad, así como en la del Norte de Kentucky.
Desde entonces, ha tocado en las salas más importantes de México, así como en los Estados Unidos y Europa, particularmente en España, Francia, Austria, Polonia, y Holanda.
Rodríguez de la Peña a participado con numerosas orquestas como pianista solista, director huésped, compositor, arreglista y en importantes grabaciones, como la Orquesta Filarmónica de Cincinnati, The Fort Worth Civic Orchestra , Orquesta de San Bernardino (California EEUU), Sinfónica de Turquía, Sinfónica de Xalapa, Orquesta de Cámara de Bellas Artes, Orquesta de Baja California (incluyendo la grabación nominada al Grammy Latino, “Tango Mata Danzón”), Ensamble Barroco de la Universidad de Cincinnati, Filarmónica de la Marina, Sinfónica de Coahuila, Sinfónica de Querétaro, Filarmónica de Toluca (siendo además, fundador de la misma), Sinfónica de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Sinfónica de Zacatecas y Orquesta de Cámara de Zapopan, entre otras.
David Rodríguez fue el director musical y arreglista del proyecto discográfico “Sueño Barroco” en San Diego, California; en 2012 Lanzó un CD de su música original “Piano y Multidisciplina: Las Divas”, y en 2015 se grabó su acervo orquestal interpretado por la Filarmónica de la Marina.
Además de sus participaciones en conciertos y grabaciones, Rodríguez De la Peña ha dirigido diversos espectáculos musicales y ha compuesto música para danza, teatro, cine y televisión, además de participar con ensayos y artículos en distintas publicaciones científicas.
Dentro de la gestión académica, fue director del Conservatorio de Tijuana (1999-2005), fundador y Coordinador de Música del Centro Estatal de las Artes del Instituto de Cultura de Baja California en la ciudad de Mexicali (2005-2007) y Subdirector de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Baja California (2007-2012) en Ensenada, donde también fundó la Orquesta Sinfónica de la misma universidad (OSUABC), en 2011.
A partir de septiembre de 2012, David Rodríguez De La Peña es nombrado Director del Conservatorio Nacional de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, en la Ciudad de México, puesto que desempeña actualmente.
NOTAS AL PROGRAMA
Por: Juan Arturo Brennan
ARMANDO LAVALLE (1924-1994)
Obertura colonial
Por dondequiera que se le vea, es evidente que en la historia de la música mexicana hay varios eslabones perdidos. Uno de los más notables, sin duda, es la casi total ausencia de la música colonial como punto de referencia de la música contemporánea. Si la corriente musical nacionalista de México utilizó (y en cierta medida sigue utilizando) como materiales básicos las melodías, ritmos y armonías de la música folklórica y de la música popular más o menos reciente, y en ocasiones volvió la mirada hacia las escasas e intuitivas referencias prehispánicas de nuestra música, se olvidó casi totalmente de los sonidos del virreinato. De las posibles razones históricas de esta laguna, quizá la más evidente sea una que se ha mencionado con frecuencia en el análisis histórico de la música mexicana, y que se refiere al hecho de que la colonización española no fue una colonización de síntesis y asimilación de culturas, sino que su tendencia principal fue hacia la supresión y desaparición de las culturas autóctonas. Así, en particular, la música colonial mexicana no alcanzó cabalmente una definición cultural plena, sino que se desarrolló fundamentalmente como imitación y repetición de modelos europeos que, con el paso del tiempo y la creación de una auténtica cultura nacional, perdieron validez histórica. Todo esto viene a cuento porque la Obertura colonial de Armando Lavalle es una de las pocas obras mexicanas de música contemporánea de concierto que se refiere abierta y directamente a la música del período virreinal.
Algo debe tener de espíritu musical el pueblo de Ocotlán, Jalisco, ya que no sólo vio nacer a Manuel Enríquez (1926-1994) sino que es también el lugar de nacimiento de Armando Lavalle. El entrenamiento musical de Lavalle se dio, sin duda, bajo la guía de espléndidos maestros. Joseph Smilovitz le enseñó el violín, Rodolfo Halffter lo instruyó en armonía y análisis musical, y sus maestros de composición fueron Miguel Bernal Jiménez y Silvestre Revueltas. Formó parte de la sección de cuerdas de la Orquesta Sinfónica Nacional y dirigió a la Orquesta Sinfónica de Xalapa. Además, Lavalle participó activamente en la actividad musical colectiva, siendo secretario general de la Liga de Compositores de México.
Entre las obras más importantes de Armando Lavalle hay un Concierto para viola y cuerdas, un Trío para clarinete, oboe y fagot, un Homenaje a Revueltas para cuerdas, un Concierto para clarinete, la Suite latinoamericana y varias obras orquestales para ballet, así como diversas obras de música de cámara. En un breve análisis de la personalidad musical de Lavalle, publicado en el volumen 5 de La música en México (UNAM, 1984), José Antonio Alcaraz informa que la música del compositor jalisciense está caracterizada por una gran expresividad, cimentada en ocasiones por el empleo de una variante libre de la técnica dodecafónica, desarrollada por el propio Lavalle. Por otra parte, Alcaraz afirma que a pesar de su evidente solvencia técnica, Lavalle no ha sido ni un aventurero ni un innovador musical; es decir, ha puesto la técnica al servicio de una música sólida que por lo general transita con seguridad por caminos conocidos.
La Obertura colonial fue la undécima obra para orquesta escrita por Armando Lavalle. Está basada en un tema colonial anónimo, Si al cielo quieres ir, y está construida como una obertura en el estilo francés, aunque la referencia a la forma barroca tradicional está tratada por Lavalle de una manera muy libre. La obra se inicia con una breve y brillante introducción que, de inmediato, establece un ambiente inequívocamente españolista. El ambiente galante, a veces cortesano, de la obertura, es adornado con la presencia sólida de trompetas y percusiones, y matizado por una vibrante componente rítmica. Más adelante, Lavalle imprime algunos giros musicales que apuntan hacia lo específicamente andaluz. Un breve interludio de espíritu contemplativo conduce a la obertura a un final igual de extrovertido que su inicio, con un travieso guiño postrero de la orquesta. La Obertura colonial está dedicada al gran violoncellista catalán Pablo Casals, con motivo de su visita a Veracruz en el año de 1955 y fue estrenada ese año en el Teatro Variedades de esa ciudad por la Orquesta Sinfónica de Xalapa.
SAMUEL ZYMAN (1956)
Concierto para piano y orquesta
Allegro molto
Adagio
Rondó
En el año de 1988, Samuel Zyman da inicio a la sección de música concertante de su catálogo con la creación de su Concierto para piano y orquesta. En su primera versión, la obra contempla el acompañamiento de una orquesta de cámara formada por cuerdas a uno, flauta, oboe, clarinete, fagot, corno y timbales. Otra versión del concierto está planeada para dotación similar, pero con sección completa de cuerdas. Este Concierto para piano de Samuel Zyman es, entre otras cosas, una clara prueba de que la estructura en la música no solo no ha muerto sino que goza de buena salud. Además de un formato tradicional en tres movimientos, Zyman propone en el Concierto para piano un primer movimiento sólidamente basado en los preceptos de la forma sonata, seguido de un Adagio que además de destacar la labor individual de varios instrumentos propone el germen temático del tercer movimiento, un Rondó brillante y enérgico, de estructura clara y directa. En los movimientos exteriores, el sólido planteamiento estructural va acompañado de una escritura percusiva y angular en la que pudieran detectarse, quizá, las huellas de Sergei Prokofiev (1891-1953). En cuanto a la influencia estilística más clara de esta obra, es posible hallarla en algunos parámetros del pensamiento romántico. Dicho de otra manera: más de un cronista se ha referido a la música de Samuel Zyman como neo-romántica y, hasta donde se tiene noticia, el compositor nunca se ha quejado de ello, en la medida en que asume claramente sus raíces y sus propias tendencias de estilo. El Concierto para piano y orquesta de Samuel Zyman fue estrenado en el Merkin Concert Hall de Nueva York en el año de 1988, llevando como solista a la pianista argentina Miriam Conti, a quien la obra está dedicada, y con el Conjunto de Cámara de Chelsea bajo la dirección del compositor. El estreno en México estuvo a cargo de otra pianista argentina, Ana María Tradatti, y se realizó en 1991 con el Conjunto de Cámara de la Ciudad de México dirigido por Benjamín Juárez Echenique.
EDUARDO GAMBOA (1960)
Pasodoble Tenexac*
Para comenzar, un trío de citas enciclopédicas, en estricto orden cronológico. La primera, del fascinante Diccionario Técnico de la Música, de Felipe Pedrell, publicado en Barcelona en 1894:
Paso doble ó ligero. Paso reglamentario de la infantería, fijado en 160 por minuto.- Título de la marcha acelerada que tocan las charangas ó bandas para que las tropas marchen al indicado paso. Véase MARCHA
La segunda, muy escueta, proviene de la edición de 1980 del indispensable Diccionario Grove de la Música y los Músicos:
Paso doble. Género de danza de origen hispánico, generalmente en compás de 6/8.
La tercera aparece en el segundo tomo del Diccionario Enciclopédico de Música en México, del compositor e investigador mexicano Gabriel Pareyón, que vio la luz en Guadalajara en 2007:
Pasodoble. Marcha viva de origen español, muy difundida en México y el resto de América Latina. Una de sus características es su cambio de colorido modulante. A fines del siglo XIX e inicios del XX en numerosas localidades del país se compuso una gran cantidad de pasodobles, compartiendo con el vals y el chotís un lugar privilegiado en el repertorio de las bandas municipales. Por los movimientos que implica a los danzantes, el pasodoble es considerado un baile fino de salón. Una especie particular de esta marcha es el pasodoble torero, muy conocido en España, México y Colombia,
Una vez establecida (hasta donde es posible en estas fuentes) la identidad del pasodoble, es hora de entrar en la materia específica que nos ocupa. El compositor Eduardo Gamboa ofrece el siguiente texto sobre su Pasodoble Tenexac (1995):
Cuando Gamboa mostró al maestro Gordon Campbell algunas de sus piezas para mariachi, éste le sugirió hacer con su Pasodoble dos versiones que pudieran interpretarse en el ámbito sinfónico, una para mariachi y orquesta y otra para orquesta sola. Así lo hizo, con la ayuda en la orquestación del director y arreglista cubano Gonzalo Romeu, y ambas versiones fueron estrenadas, en 1997 y 1998, respectivamente, por la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, dirigida por el propio Campbell. Años después Gamboa entabló amistad con el ganadero de toros bravos Sabino Yano Bretón y quiso que su Pasodoble quedara ligado a la ganadería de éste, en Tlaxcala, que se llama Tenexac. Por eso la pieza se titula ahora Pasodoble Tenexac y la partitura lleva la doble dedicatoria “a Gordon Campbell y a Sabino Yano Bretón y su ganadería Tenexac”. La versión para orquesta sinfónica es la que más suele interpretarse, aunque existe también una para banda taurina, que se ha tocado ya en varias plazas de toros del país. Es una pieza concertante, donde la primera trompeta tiene a su cargo solos muy destacados. Trompetistas de gran prestigio han interpretado el Pasodoble Tenexac, como el virtuoso músico cubano Arturo Sandoval, quien lo interpretó en 2002 en Culiacán, Sinaloa, México, acompañado por la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes (OSSLA), dirigida por Gordon Campbell. La Sinfónica de San Francisco interpretó Pasodoble Tenexac en el primer concierto familiar del Día de Muertos realizado el 2 de noviembre de 2008, en el Davies Symphony Hall de esa ciudad, bajo la batuta huésped del mexicano Enrique Arturo Diemecke.
La audición del Pasodoble Tenexac de Eduardo Gamboa permite descubrir, en primer lugar, que ese rol protagónico de la trompeta se inicia desde el primer compás de la obra. Esa primera, fogosa afirmación de la trompeta es retomada de inmediato por flauta y fagot, y complementada por los cornos. Hacia el final del Pasodoble Tenexac, no es una, sino dos trompetas las que sobresalen de la textura orquestal. En segundo lugar, cabe señalar que la pieza tiene una introducción lenta, que conduce a la sección sustancial del pasodoble, rítmicamente más viva y animada. En tercer lugar, es posible percibir aquí una música de ambiente netamente español, logrado por el compositor a través de la asimilación de numerosos gestos, perfiles melódicos y patrones armónicos de diversas músicas españolas, tanto del ámbito popular como de la música de concierto. Finalmente, y como muestra de lo flexible que puede ser la musicología enciclopédica: en referencia a la definición del pasodoble que proporciona el Diccionario Grove, va el dato de que el Pasodoble Tenexac de Eduardo Gamboa está escrito en un compás, ciertamente más lógico para una música de marcha, de 2/4.
*Arreglo y orquestación: Gonzalo Romeu
CARLOS CHÁVEZ (1899-1978)
Sinfonía No. 4, Romántica
Allegro
Molto lento
Vivo non troppo mosso
Es un hecho que a lo largo de la historia de la música, a muchos compositores les ha sido adjudicado el calificativo de románticos muy a pesar suyo. Otros, en cambio, han aplicado este término a algunas de sus obras, voluntariamente, en un afán de permitir que el público oyente se pueda aproximar a una cierta intención de estilo implícita en la obra en cuestión. Así, en una especie de triple coincidencia sinfónico-estilística, resulta que existen al menos tres sinfonías que llevan el sobrenombre o subtítulo de Romántica. Cronológicamente, la primera de ellas, y las más conocida y difundida, es la Cuarta sinfonía del compositor austriaco Anton Bruckner (1824-1896), obra llena de asociaciones bucólicas, llamadas de cornos, escenas de cacería y paisajes rústicos. La segunda de las sinfonías designadas como románticas es la Sinfonía No. 2 del compositor estadunidense Howard Hanson (1896-1981), escrita en el año de 1930. Finalmente, está el hecho de que el compositor mexicano Carlos Chávez puso este mismo subtítulo a la cuarta de sus seis sinfonías, una obra que le fue encargada en 1951 por la Orquesta de Louisville, del Estado de Kentucky en los Estados Unidos. Vale la pena abrir aquí un breve paréntesis para afirmar que, a pesar de ser una orquesta regional y de importancia relativamente menor, la Orquesta de Louisville ha realizado una muy importante labor de difusión en el ámbito de la música de nuestro tiempo, encargando numerosas obras, estrenando muchas otras y, lo que es más importante, grabándolas en disco, de modo que la herencia de esta labor, realizada sobre todo con un buen número de primeras grabaciones mundiales, queda ahí para las generaciones futuras. La parte más sustancial de esta labor ha sido realizada por la Orquesta de Louisville bajo las batutas de Robert Whitney y Jorge Mester.
Carlos Chávez comenzó a trabajar en su Cuarta sinfonía en diciembre de 1952, y la terminó en enero del año siguiente, quedando listo su estreno para febrero de 1953. La misma Orquesta de Louisville le pidió al compositor que escribiera algunos comentarios a su nueva sinfonía, para las notas de programa del estreno. Con ese motivo, Chávez envió un texto al que pertenecen estas líneas:
Como he estado trabajando concentradamente en la sinfonía que me encargó la Orquesta de Louisville, me he resistido a distraer algún tiempo para cualquier otra cosa. Por otra parte, pienso que lo mejor que puede uno hacer con la música es oírla. Sin embargo, como usted no puede tener ninguna otra fuente de información, me he puesto a escribir estas líneas que son breves reflexiones respecto a mi nueva sinfonía. En realidad, uno nunca sabe bien cómo está hecha la música. La cosa de los temas mismos, o del equilibro de las tonalidades, son cosas superficiales. Lo que cuenta es la cohesión que todos estos diversos elementos puedan alcanzar, y la lógica y la proporción de los temas que forman la composición.
En ese mismo texto, Chávez describía cada uno de los tres movimientos de su Cuarta sinfonía, descripción que pronto quedaría parcialmente, obsoleta. Resulta que después de estreno de la obra, Chávez se sintió insatisfecho con el tercer movimiento de la Cuarta sinfonía, de modo que lo descartó, y en octubre de 1953 escribió otro, que es el que está actualmente incorporado como final de la pieza. Por otra parte, aquel tercer movimiento original quedó en el catálogo de Chávez como una obra independiente titulada Baile, cuadro sinfónico, lo que demuestra que si bien Chávez no lo consideraba digno de coronar su Cuarta sinfonía, sí lo consideraba digno de permanecer en su catálogo.
En el inicio de la Cuarta sinfonía de Carlos Chávez hay, entre otras cosas, importantes materiales temáticos encomendados al corno inglés, a la trompeta y al trombón. Más adelante, una breve sección en la que el xilófono acentúa el trabajo de los alientos es como una reminiscencia de la Segunda sinfonía de Chávez, la conocida Sinfonía india. Después las maracas, junto con el xilófono, son un recordatorio de la importancia de la percusión en el pensamiento musical de Chávez. Es posible hallar también un interesante episodio en el que el coro de maderas es sustentados por los metales y más tarde por la cuerdas, en la que sin duda es la sección más abiertamente nacionalista de la obra, y que guarda puntos de contacto con el sonido típico de la música orquestal de Silvestre Revueltas (1899-1940). Este episodio reaparece más tarde, como preámbulo al sólido final de la obra, que ha sido descrito por Roberto García Morillo como “un final realmente tumultuoso, como de animadísima fiesta popular”.
La instrumentación que Chávez pide para su cuarta sinfonía, Romántica, incluye piccolo, tres flautas, dos oboes, corno inglés, dos clarinetes, dos fagotes, contrafagot, cuatro cornos, dos trompetas, dos trombones, tuba, címbalo, tarola, tambor tenor, bombo, claves, maracas, xilófono, glockenspiel, timbales y cuerdas.
La Sinfonía Romántica de Carlos Chávez fue estrenada el 11 de febrero de 1953, con el tercer movimiento original, en el Auditorio Columbia de la ciudad de Louisville, con la Orquesta de Louisville dirigida por el compositor.