Programa II – No hay quinta mala

Programa

 

Orquesta Sinfónica de la UANL

 

Jueves 14 de noviembre | Teatro Universitario | 20:00h

 

 

Sinfonía No. 5 en do mayor, G.505, Op. 12 Nº 3

Luigi Boccherini

 

Allegro con moto

Andantino amoroso

Tempo di minué

Presto ma non tanto

 

Sonata para la gran viola en do menor, Op. 35 MS 70

Niccolò Paganini

 

Introduzione: Larghetto;Recitativoa piacere-

Cantabile andante sostenuto-

Tema con variazioni

 

INTERMEDIO

 

Haroldo en Italia, Op. 16

Hector Berlioz

 

Haroldo en las montañas: escenas de melancolía, gozo y bienestar

Marcha de los peregrinos que cantan la plegaria vespertina

Serenata de un montañés en los Abruzos

Orgía de los bandidos; recuerdo de escenas precedentes

 

 

Isabel Villanueva | Viola

Jorge Mester | Director huésped

 

Programación sujeta a cambios

 

 

JORGE MESTER,

 

DIRECTOR HUÉSPED

 

El maestro mexicano Jorge Mester es reconocido internacionalmente como un director de primer nivel, respetado por la excelencia y prominencia que aporta a toda organización que dirige.

 

En julio de 2006, fue invitado a regresar como Director Musical de la Orquesta de Louisville, cargo que ocupó con anterioridad durante doce años (1967-1979). Ha sido Director Musical de la Sinfónica de Pasadena durante veinticinco años (1985-2010) y Director Musical de la Filarmónica de Naples (2004-2012).

 

Mester es también Director Laureado del prestigioso Festival de Música de Aspen, que encabezó como Director Musical durante veintiún años a partir de 1970-1991. Como académico, se desempeñó como director del Departamento de Dirección de la Juilliard School, en Nueva York, durante la década de 1980.

 

Fue Director Titular de la Orquesta Sinfónica de West Australia, en Perth, y Director Principal invitado tanto de la Adelaide Symphony como de la St. Paul Chamber Orchestra. Fue Director Artístico de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México entre 1998 y 2002. Anteriormente, como Director Musical impuso su sello único en el Festival Casals de Puerto Rico.

 

Como director invitado se ha presentado al frente de la Boston Symphony Orchestra, Philadelphia Orchestra, Royal Philharmonic Orchestra de Londres, New York City Opera, Orquesta Sinfónica de Ciudad del Cabo, Orquesta de Cámara de Lausana (Suiza), Ópera de Sídney, Festival de Spoleto y la Washington Opera, por mencionar solo algunas.

 

En 1985 recibió el prestigioso Premio Ditson de dirección orquestal, que otorga la Universidad de Columbia por el impulso a la música americana. Otros ganadores de los premios Ditson incluyen a Leonard Bernstein, Eugene Ormandy y Leopold Stokowski.

 

Ha sido profesor de varias generaciones de directores, incluyendo a James Conlon, Dennis Russell Davies, Andreas Delfs, JoAnn Falletta y John Nelson. Además, ha impulsado desde el inicio de sus carreras a artistas que hoy cuentan con un sólido prestigio internacional como Midori, Renée Fleming, Nadja Salerno-Sonnenberg, Cho-Liang Lin y Robert McDuffie.

 

Desde el 2014, es director artístico de la Orquesta Filarmónica de Boca del Río. Como reconocimiento a su elogiable labor y notable trayectoria, se ha asignado su nombre a la Sala Principal del Foro Boca.

 

 

 

ISABEL VILLANUEVA

 

Isabel Villanueva es una de las violistas más importantes de la nueva generación a nivel internacional. Su pasión por la viola la lleva a descubrir nuevos caminos y afrontar con entusiasmo nuevos retos. Ha actuado como solista en Europa, Rusia, Medio Oriente y China. Ha sido pionera en presentar conciertos en numerosos lugares donde hasta entonces nunca se había programado la Viola como solista: en 2013 se convirtió en el primer intérprete de viola en ofrecer recitales en Irán, teniendo lugar en el Roudaki Hall, la sala más importante del país. En 2015 recibió reconocimiento institucional de Marca España como «embajadora del talento español en el mundo», ese mismo año recibió el Premio «El Ojo Crítico» de la Música Clásica de RNE, y recientemente en 2019 ha sido galardonada con el Premio Cultura de la Comunidad de Madrid de Música Clásica; estos reconocimientos son la primera vez que se otorgan a un violista.

 

La temporada 18/19 presentó junto a las orquestas Oviedo Filarmonía, Real Filharmonía de Galicia, Orquesta Bética de Sevilla y la Orquesta Sinfónica de Murcia, los conciertos para viola de Walton, Paganini y Mozart, además del re-estreno del Concierto para Viola “Cantos de Ordesa” de Antón García-Abril en la inauguración del Festival de Música Española de Cádiz junto a la Orquesta de Córdoba.

 

En los últimos años, Villanueva ha sido invitada como solista con la Sinfónica de Estambul, Sinfónica Estatal New Russia, Glasperlenspiel Sinfonietta de Tallinn, Los Solistas de Moscú, Orquesta Sinfónica Nacional de Estonia, Sinfónica RTVE, Sinfónica de Castilla y León, Sinfónica de Navarra, Nacional de Andorra, Filarmónica de Málaga, Filarmónica de Líbano. Ha interpretado un amplio repertorio solista que abarca desde el barroco hasta la actualidad bajo la batuta de Michel Plasson, Jacek Kaspszyk, Yaron Traub, Paul Daniel, Andres Mustonen y Lior Shambadal.

 

Isabel Villanueva se ha presentado como solista y en recitales en Sala Grande de la Filarmónica de San Petersburgo, Xinghai Concert Hall en Guangzhou, Bath Music Festival, Slovenian Philharmonic Hall, Royal Court Theatre de Copenhagen, Estonia Concert Hall, Assembly Hall de Beirut, Rottweil Musikfestival, Wigmore Hall de Londres y el Roudaki Hall en Teherán. En España ha participado en la mayoría de citas musicales, incluyendo el Auditorio Nacional de Música de Madrid, Palau de la Música Catalana, Palau de Valencia, Festival Musika-Música de Bilbao, Festival de Santander, entre otros.

 

Las críticas dicen de ella: “Todo un puro ejemplo de virtuosismo, precisión y sensibilidad” (Revista Ritmo), “La viola de Villanueva presentaba características de su manera de interpretar: el canto, el arte de lo tenue, la capacidad de hilar el sonido… y el poder tan intenso de los graves que salen de ese instrumento con el que Isabel parece rozar la magia de los ínferos musicales” (Revista Scherzo), “Isabel Villanueva, una artista que arriesga” (The Strad).

 

Se involucra de manera especial y apasionada en divulgar las nuevas composiciones, estrenando e interpretando obras para viola en formato solista, recital y solo, muchas dedicadas a ella, de compositores como S.Gubaidulina, M.Sotelo, G.Khayam, A.García-Abril, J.Cervelló, H.Khoury, T. Marco, J. Zárate y B.Olivero.

 

Su discografía incluye el Concierto para viola de José Zárate junto a la Orquesta de Extremadura para Sony Classical. Su primer trabajo personal ‘Bohèmes’ lo presentó junto al pianista François Dumont para IMMStage en octubre 2017. Este álbum ha recibido reconocimientos en The Strad, Melómano de Oro, Revista Scherzo, Top 10 Revista RITMO y en 2018 se consolida como Mejor Álbum de Música Clásica del Año en los premios MIN de la Música Independiente, siendo la primera vez que se premia un álbum de Viola.

 

En el ámbito de la música de cámara colabora con artistas de la talla del Cuarteto Prazak, Alexander Sitkovetsky, Nikita Boriso-Glebsky, Tedi Papavrami, Victor Julien-Laferrière, Marti Roussi, Leonard Elschenbroich, Astrid Siranossian, Trío Arbós, Rafael Aguirre, Iddo Bar-Shaï y Thomas Hoppe.

 

Próximamente Villanueva debutará como solista en América Latina con las orquestas filarmónicas de Boca del Río, Monterrey y Jalisco en México. Actuará con Los Solistas de Zagreb en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canarias y con la JORCAM en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Madrid, entre otros proyectos.

Isabel Villanueva es profesora de viola en la Escuela Superior de Música de Alto Rendimiento en Valencia (ESMAR) y regularmente invitada en el Royal College of Music de Londres. Ha impartido masterclasses en Bath Music University, Wells Cathedral School, Pacific Academy en Guangzhou, Conservatoire Supérieur du Liban, Festival Interviolas de Bogotá, Académie Musicale de Morges y Joven Orquesta Nacional de España.

 

Isabel nació en Pamplona (1988) comenzando su formación musical en su ciudad natal y posteriormente en el Royal College of Music de Londres, Academia Musicale Chigiana de Siena, Haute école de musique de Ginebra con los profesores I.Sulyga, L.Power, N.Imai y Y.Bashmet. Ha sido galardonada en concursos como Mravinsky Competition de San Petersburgo, Yuri Bashmet Competition de Moscú y Beethoven Competition en la República Checa.

 

Involucrada en causas humanas es Embajadora cultural de la fundación Prim’Enfance en Ginebra. Isabel Villanueva toca con una viola Enrico Catenar (Turin 1670) y utiliza cuerdas Peter Infeld de Thomastik-Infeld

 

 

NOTAS AL PROGRAMA

Por: Juan Arturo Brennan

 

LUIGI BOCCHERINI  (1743-1805)

 

Sinfonía No. 5 en do mayor, G.505, Op. 12 No. 3

Allegro con moto

Andantino amoroso

Tempo di minué

Presto ma non tanto

 

El analista y musicólogo Stanley  Sadie ha escrito lo siguiente:

 

Boccherini publicó 18 sinfonías y compuso al menos otras ocho. Su talento esencialmente lírico y su sentido del detalle melódico encontraron aquí un ámbito menos propicio que en su música de cámara; en ocasiones falta un verdadero sentido del impulso sinfónico. Sin embargo, sus sinfonías no carecen de variedad de expresión. Varias de ellas están en la convencionalmente festiva y brillante tonalidad de re mayor.

 

Líneas más adelante en el texto citado, Sadie menciona algunas de las características que pueden ser encontradas en las sinfonías de Boccherini, entre las que menciona la excesiva simetría en la estructura de sus frases, su habilidad para construir movimientos sinfónicos coherentes, su gusto por las figuras rítmicas repetidas, algunos primitivos apuntes de forma cíclica al trasladar materiales del  primer movimiento al último, y cierta capacidad de expresión dramática perceptible especialmente en las sinfonías en tonalidades menores. Es probable que las sinfonías de Boccherini hayan sufrido un poco (y sufran hasta la fecha) por comparación con las espléndidas sinfonías de su colega y contemporáneo Joseph Haydn (1732-1809). Bien sabido es el hecho de que algunos críticos solían llamar a Boccherini “la esposa de Haydn”, con la intención de enfatizar que ahí donde  la música de Haydn estaba llena de poder y energía, la de Boccherini era más bien  suave y gentil. (Sobra decir que este es un comentario comparativo francamente injusto y sexista).

 

Alrededor de 1768 o 1769, Boccherini se estableció en Madrid, donde habría de pasar el resto de su vida; si bien sus primeros años en la capital española fueron prósperos y felices, al parecer los últimos de su vida fueron más bien desventurados.

 

En el año 1771, un par de años después de establecerse en la capital española, Boccherini compuso una serie de seis sinfonías, agrupadas bajo el número de Op. 12 y que en el catálogo de Gérard (identificado con la letra G) llevan los números del 503 al 508.

 

Muchas sinfonías de aquel tiempo, incluyendo muchas de las de Haydn, contemplan la orquestación básica de dos oboes, dos cornos y cuerdas, mientras que la Sinfonía G. 505 está escrita para dos flautas, dos cornos y cuerdas. El año en que Boccherini creó las Sinfonías Op. 12 fue también el año de su matrimonio con Clementina Pelicho, primera de sus dos esposas.

 

De interés meramente anecdótico: en el primer movimiento de la Sinfonía Op. 12 No. 3 de Boccherini aparece en varias ocasiones un trozo melódico muy parecido a una de las frases de la famosa aria Der Hölle Rache (‘La venganza infernal’) que canta la Reina de la Noche en la ópera La flauta mágica (1791) de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791).

 

NICCOLÒ PAGANINI (1782-1840)

 

Sonata para la gran viola en do menor, Op. 35 MS 70

Introduzione: Larghetto; Recitativo a piacere-

Cantabile andante sostenuto-

Tema con variazioni

 

En mayo de 1831, Niccolò Paganini dejó Francia en medio de una campaña de hostigamiento público en su contra, y fue a parar a Londres. En la capital inglesa, la crítica lo atacó por su proverbial avaricia, pero sin dejar de reconocer su maestría como violinista. Además de numerosas presentaciones en Londres, Paganini ofreció conciertos en diversas localidades del interior, en Escocia y en Irlanda. El violinista y compositor genovés intentó atemperar las críticas ofreciendo un buen número de presentaciones gratuitas para causas nobles. En el siguiente par de años, Paganini hizo algunas visitas a Francia, y en ese tiempo comenzó a mostrar un interés particular por la viola. Hay indicios de que este interés por la viola pudo haberle sido inculcado  a Paganini por uno de sus maestros, el compositor, violinista y violista Alessandro Rolla (1757-1841), aunque algunos musicólogos afirman que no hay pruebas fehacientes de que Rolla haya sido profesor de Paganini en Parma.

 

En diciembre de 1833 Paganini asistió a un concierto de Héctor Berlioz (1803-1869), a quien admiraba de manera particular, y a quien le encargó componer una obra para viola y orquesta, con la intención de tocarla en su viola Stradivarius. Berlioz respondió al encargo con la creación de Haroldo en Italia en 1834. (Si bien Paganini pagó rigurosamente el encargo, manifestó su desagrado por la obra entregada por Berlioz). El 28 de abril de ese año, Paganini realizó en Londres su debut como violista, un debut que no fue bien recibido por la crítica; al parecer su dominio de la viola distaba mucho de ser tan cabal como el del violín. Ello no impidió a Paganini, sin embargo, escribir al menos una obra importante para la viola: Sonata di Paganini per la Grand Viola es el título de esta singular obra, tal y como aparece en el manuscrito original. La escritura de la obra es tan singular que Paganini creyó requerir un instrumento especial para su ejecución; por ello encargó una viola de cinco cuerdas al laudero Francesco Borghi. (También es dudoso el dato de que Paganini hubiera comprado una viola de tamaño especial a Stradivarius).

 

El resultado fue un instrumento que incluso mereció un nombre particular: controviola Paganini. Por desgracia, esta viola se perdió. El propio Paganini realizó una reducción de la Sonata para la gran viola, transcribiendo el acompañamiento orquestal para ese otro instrumento que también llamó poderosamente su atención: la guitarra. La Sonata para la gran viola se desarrolla en un solo movimiento continuo, aunque tiene tres secciones contrastantes fácilmente detectables; en este sentido, la obra tiene más características de concierto que de sonata. Para volver al asunto organológico, es sabido que Paganini poseía una importante colección de instrumentos, entre los que se hallaban una viola firmada por Amati y otra por Guarnerius. Se dice que al cabo del tiempo, el gran violinista y compositor genovés realizó su sueño de tener violas construidas por los “tres grandes” y terminó por adquirir una viola normal de la casa Stradivarius.

 

Además de esta sonata, Paganini escribió otras tres obras protagonizadas por la viola: la Serenata para viola, violoncello y guitarra (1808), el Cuarteto para viola concertante, violín, violoncello y guitarra (1820), y el Terceto concertante para viola, violoncello y guitarra (1833). Sobre esta obra existe el dato de que fue estrenada en Londres con Paganini en la viola, Robert Lindley en el violoncello y Félix Mendelssohn (1809-1847) tocando la parte de guitarra… en transcripción para piano.

 

HÉCTOR BERLIOZ (1803-1869)

 

Haroldo en Italia, Op. 16

Haroldo en las montañas: escenas de melancolía, gozo y bienestar

Marcha de los peregrinos que cantan la plegaria vespertina

Serenata de un montañés en los Abruzos

Orgía de los bandidos; recuerdo de escenas precedentes

 

Una noche, hacia el final de 1833, la Sinfonía fantástica (1830, rev. 1831-45) de Héctor Berlioz fue interpretada en un concierto en el Conservatorio de París. El público recibió la obra con ruidosa y entusiasta aprobación, lo que hizo muy feliz a Berlioz esa noche. Tiempo después, el compositor francés escribió en sus memorias:

 

Para coronar mi felicidad, después de que el público había salido, un hombre con una gran melena, ojos penetrantes, una mirada extraña y dura, un poseído del genio, un coloso entre gigantes a quien yo nunca había visto y cuya apariencia me conmovió profundamente, se hallaba solo, esperándome en la sala. Me tomó de la mano, me abrumó con sus elogios incendiando mi cabeza y mi corazón: era Paganini.

 

Poco tiempo después, Paganini visitó a Berlioz para encargarle una obra para viola solista y orquesta; el gran violinista genovés quería la pieza para tocarla en una invaluable viola Stradivarius que por entonces poseía. Respecto al encargo, Berlioz escribió esto:

 

Traté de complacer al ilustre virtuoso escribiendo una pieza para viola solista, pero combinada con la orquesta de modo que no lastimara la expresión de la masa orquestal, porque estaba seguro de que Paganini, con su incomparable maestría, sabría cómo hacer de la viola el instrumento siempre dominante. Su propuesta era novedosa para mí, y muy pronto había desarrollado en mi cabeza una feliz idea, que estaba ansioso por realizar. El primer movimiento estaba ya completo cuando Paganini me pidió ver la partitura. Miró los silencios de la viola en el allegro y me dijo: ‘No, así no es; hay demasiados silencios y yo debo estar tocando todo el tiempo.’ Entonces le contesté: ‘Se lo dije; lo que usted quiere es un concierto para viola, y usted es el único que puede escribirlo para su propio uso.’ Paganini no me respondió; parecía desilusionado y se fue sin hablar más de mi bosquejo orquestal.

 

A pesar de este desencuentro con Paganini, Berlioz siguió adelante con la composición de la pieza, a la que puso el título de Haroldo en Italia, en referencia a la fuente literaria, el poema romántico autobiográfico de Lord Byron (1788-1824) Peregrinaje de Childe Harold. El poema había sido escrito por Byron entre 1809 y 1811, principalmente durante un largo viaje que realizó en compañía de su amigo John Cam Hobhouse y que lo había llevado a Portugal, España, Malta, Albania y Grecia. Los melancólicos versos de Childe Harold, en los que Byron desnudaba su sensible y aventurero espíritu, causaron una gran sensación en Inglaterra al ser publicados en marzo de 1811. La lectura de los versos de Byron le dio a Berlioz una fuente de inspiración referida más al espíritu del poema que a su texto, ya que Haroldo en Italia no es, ni mucho menos, una ilustración de la poesía de Byron, sino una más de las extrapolaciones sonoras autobiográficas del propio Berlioz, en la misma vena que la Sinfonía fantástica y Lélio (1832). Tal y como ocurre en la Sinfonía fantástica, el primer tema de Haroldo en Italia aparece varias veces en la obra, hábilmente transformado por Berlioz en cada aparición. En la partitura original, Berlioz escribió una instrucción específica: que el solista debía colocarse bien al frente, cerca del público y separado de la orquesta. Si bien pudiera pensarse que esto se debía a razones acústicas, lo cierto es que Berlioz quería hacer del solista un auténtico héroe romántico, protagonista brillante de su discurso musical.

 

Así pues, a pesar de las dudas de Paganini, Haroldo en Italia fue estrenada en el Conservatorio de París en noviembre de 1834. Como era de esperarse, no fue Paganini el encargado del estreno, sino un violista desconocido llamado Chrétien Urhan. A pesar de ello, Paganini reconoció el genio de Berlioz y la calidad de la obra y le pagó al compositor francés la generosa suma de 20,000 francos, con la que Berlioz solventó sus gastos durante una buena temporada.

 

Desde su creación y hasta la fecha, Haroldo en Italia ha sido opacada por la fama y el prestigio de la Sinfonía fantástica, y muy probablemente hubiera pasado al olvido total de no ser por los esfuerzos de Serge Koussevitzki y Arturo Toscanini, quienes dirigieron la obra con frecuencia y la promovieron generosamente. Años después del estreno de Haroldo en Italia, en un gesto de clara admiración por Berlioz, Franz Liszt (1811-1886) transcribió la obra para viola y piano.